Nina y su reflejo en el estanque

lunes, 14 de enero de 2008

Sin Título

Regresa, vuelve y reparte el nuevo pan, tenemos hambre.
Acerca tu mano hasta mis blancos dientes, arroja sutilmente sobre ellos el polvo de la historia.
Cae al mar tu sonrisa henchida de olvido, cae la tierra sobre obscuras premoniciones con su luna y sus altas mareas.
Regresa y retuerce el lapso en que la historia hizo consciencia de sí misma e introdujo la muerte a sus seniles prácticas.
Cae la lágrima sobre el seso del mundo, castigando y prodigando corderos decapitados por el afán mismo de la vida.
Regresa y bosteza tus cantos de invierno, prolonga la tarde y su crepúsculo, eleva aún más alto la luna; asciende la luna sobre el hombre y su historia.
Cae el momento, medida su anchura por la gloria del hombre. Nunca tardará lo suficiente para afilar en invierno los dientes del dormido.

lunes, 31 de diciembre de 2007

El despertar

Para despertar
basta con incorporarse, sentirse palmo a palmo la piel.
Pero falta
una llaga muestra la avidez de carne
la incompletez, el desgarro.
De pronto un salto al vacío, un hipo de la consciencia y yá no se está
Luego querer sentir el despertar palmo a palmo contra la luna
será querer verse vigilante de tímidos remedos, de dolorosos crepúsculos
en los que se desgaja la noche de algún tiempo cercano

Elle

Hoy hago visible a aquella cuya sola presencia invoca al vacío
cuyo llanto evoca el clamor que arrastra en su pesada consciencia la muerte.

Pienso en tí, siento tu cercanía
y tengo que soportar toda esta vastedad de muertos repleta
Se talla en mi piel la desolación de tus días idos y de los que vendrán

Mi dulce hermana, cuando te hago visible
provocas en mí la capacidad de hacerme daño
de arrastrarme hasta el fondo de tu tiempo de ceniza
que el más tímido soplido desmorona.

Futuro

Cae la noche
el cansancio habitual.
Ese desgarrarse los ojos
del peso de todo lo vivido
de todo lo tragado.
Aquí comienza a trinar el pájaro
los cálidos colores de la mañana.

sábado, 29 de diciembre de 2007

En otro papel

He cambiado la tinta y del papel sus duros pliegues.
Quiero brindarte macerado el futuro que cubrirá el rostro de tu linaje.
A ojos abiertos un día te sabré noche y sostendré con mi mirada luna su penumbra.
La hoja que del árbol cae, de cóncavas huellas sobre la tensa superficie se declara otra. Él se desgaja en cada hoja, instante limítrofe de su tiempo de árbol.
He cambiado la tinta y del papel sus duros pliegues.
Se quiebra la artesa y vierte sobre mis pies el hambre que otróra aguardamos; y ahora mi hijo recoje migajas sin saciarse.
Imagen ennegreces el jardín de mi infancia. Espectro pesa tu predicción desgarrando mis campos, desangrando mi vientre que prolija de cultivar en su fértil tierra.
Mi hombre se fué a la guerra y ahora tengo un trozo de cráneo devorado por sus hambrientas costumbres.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Inconclusa

No sabremos cuando habrán cesado nuestros pasos por este mundo para el momento en que nos es dado saber que nuestro tiempo ha terminado.

Miedo

El inmenso horizonte se hace aún más ancho al percibirlo sin distancias, sin límites.
Este horizonte es inhabitable.

Describen mis palabras todo aquello a lo que nuestra voz no alcanza.

Es el miedo, el miedo a andar y detenerse, a quedarse de pronto suspendido en el vacío. El miedo que dibuja nuestros eternos silencios.

Más siempre existe la pregunta por lo que habita en el limbo. Por satisfacerla persisto.